La cultura antidiluviana reconoce la vigencia de un orden universal y cíclico que rige el mundo, y en función del cual fueron en un tiempo organizadas las sociedades.
Organizar las tareas de todos los días en orden a la intensidad de la radiación solar, o sea, a la declinación del Sol, para obtener de la tierra los más sabrosos y suculentos beneficios, es de la más elevada sabiduría.
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