Trabajar para el futuro es arriesgado, inquietante, temible, pero también movilizador.
Estamos ante un espectro de cinismo y mentira, recubierto por una pátina de idealismo y falso amor al prójimo.
Basta de perder tiempo, energías, vidas y ecosistemas con toda esta farsa.
Una sociedad saludable es una sociedad que no se engaña respecto de su identidad, de su origen, y de su realidad.
Una sociedad sana requiere de una actitud coherente y franca, que se atreva a extirpar sus vicios y le permita una nueva construcción superadora.
La ‘democracia’ es la forma política del individualismo competitivo; no conlleva una panacea moral.
La consideración del otro es fundamental, pero para hacerlo es preciso ser lúcido y crítico; es preciso interesarse, pero las personas han sido idiotizadas por los medios de comunicación, y ya son incapaces de indagar, reflexionar y opinar respecto a su situación.
Esta conciencia, no poco angustiosa en este tiempo histórico, nos ayudará a no ser inocentes socios por acción u omisión de situaciones que atentan contra la verdad, la honestidad, la libertad, la participación y la paz social.
El turbio presente y el futuro por construir nos exigen convertirnos en actores lúcidos y comprometidos por la acción transformadora que modifique el presente.
Estamos ante un espectro de cinismo y mentira, recubierto por una pátina de idealismo y falso amor al prójimo.
Basta de perder tiempo, energías, vidas y ecosistemas con toda esta farsa.
Una sociedad saludable es una sociedad que no se engaña respecto de su identidad, de su origen, y de su realidad.
Una sociedad sana requiere de una actitud coherente y franca, que se atreva a extirpar sus vicios y le permita una nueva construcción superadora.
La ‘democracia’ es la forma política del individualismo competitivo; no conlleva una panacea moral.
La consideración del otro es fundamental, pero para hacerlo es preciso ser lúcido y crítico; es preciso interesarse, pero las personas han sido idiotizadas por los medios de comunicación, y ya son incapaces de indagar, reflexionar y opinar respecto a su situación.
Esta conciencia, no poco angustiosa en este tiempo histórico, nos ayudará a no ser inocentes socios por acción u omisión de situaciones que atentan contra la verdad, la honestidad, la libertad, la participación y la paz social.
El turbio presente y el futuro por construir nos exigen convertirnos en actores lúcidos y comprometidos por la acción transformadora que modifique el presente.
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