Se considera como cultura -del sánscrito "Ārya"- "noble" u "honorable", aquella que atiende los preceptos de los antiguos, huehuehtlahtolli, "las antiguas palabras", y con ello honra una tradición con continuidad milenaria, que consiste en poner control y disciplina sobre la propia conducta.
Para controlar los instintos y las manifestaciones impulsivas -sin filtro por parte de la inteligencia y de la voluntad- se construye un dogma; o sea, se inventa a "Dios". En Asia los hindúes formulan la reverencia a lo que es Superior. Crearon una filosofía, un fundamento para el pensamiento, que luego se difundió por todo el orbe.
Los mayores hacen suyo estos pensamientos y palabras y han de trasmitirlo a las nuevas generaciones. Las enseñanzas de los mayores condicionan la educación y el comportamiento de los jóvenes. Mediante esa enseñanza esmerada y paciente se transmiten valores, como el comedimiento y la obediencia a las normas de conducta y a la autoridad legítima.
"La persona noble tiene padre y madre legítimos, y honra su linaje y procedencia en gesto y en obras. El que tiene nobleza es obediente e imita a sus mayores en costumbres; es recto y justo, pronto y entusiasta para responder a sus responsabilidades; figura o traslado de sus antepasados. El que desciende de buen linaje y está bien acondicionado es discreto, curioso en saber, busca lo que le conviene, y en todo tiene prudencia y consideración". (Sahagún).
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